Los actores públicos hablan. Dicen muchas cosas con sus palabras y más con sus gestos. Y, peor aún, terminan envueltos en discusiones sin haber abierto la boca. Con eso especulan muchos y arman y desarman discursos a veces sin pronunciar una palabra.
En las antípodas de este grupo está Beatriz Rojkés. Nunca se calló nada y dijo lo que pensaba, aún cuando lo que pensaba era repudiable o políticamente incorrecto. En estos días estuvo más prudente pero sus dichos movieron a los políticos tucumanos. “Hasta abril de 2019 la presidenta del PJ soy yo”, dijo. Una perogrullada. No tenía ninguna razón para afirmar eso. Es ahí donde comienzan los metadiscursos que mueven a los políticos. En verdad la esposa del senador José Alperovich dijo eso porque por lo bajo, en los corrillos del peronismo, le vienen advirtiendo que el PJ no está acompañando directamente al gobernador Juan Manzur. Por eso Rojkés de Alperovich en otro momento recordó que le habían ofrecido la conducción del PJ a Manzur y hasta sugirió que le parecía correcto que así fuera. En síntesis, los calló a todos. Les dijo: dejen de hablar. No dijo que le volvía a ofrecer esa posibilidad a Manzur porque iría en contra de su marido ni tampoco pudo evitar que todas estas palabras fueran sinónimo de debilidad. Más aún cuando recientemente María Romilda Servini de Cubría ordenó la intervención del PJ nacional y puso al frente nada menos que al filósofo gastronómico Luis Barrionuevo. El hombre que alguna vez propuso dejar de robar para sacar al país de su crisis es un enemigo de los Kirchner. Y el PJ tucumano le puso alfombra roja a Aníbal Fernández y dejó muy claro cuál es su identidad dentro del peronismo nacional. Por eso al cerrar la semana más de un conocedor de la política creyó escuchar: “marche una intervención para el PJ tucumano”. Una ridiculez ya que las intervenciones en la provincia ya nos dejaron las enseñanzas de que son sólo trampolines para algún “extraño” a los tucumanos. Sin embargo, la obligaron a hablar a Beatriz Rojkés.
Voces apunadas
Otro que se vio obligado a hablar fue el gobernador de la provincia, quien salió en defensa del ex gobernador Eduardo Fellner. Junto a otros mandatarios peronistas criticaron a la Justicia y sus procederes y nada dijeron de los 1.300 millones que se habrían desviado en una causa por viviendas. Por las dudas, los mandatarios abrieron el paraguas ante el temor de que la moda Comodoro Py se haya instalado en Jujuy y desde allí se propague a otras provincias. Abrieron la boca por solidaridad y, tal vez, por ciertas incomodidades, no en favor de la transparencia y por la búsqueda del esclarecimiento de casos de corrupción.
Un personaje
Uno de los que habló y al no querer decir nada dijo más de lo que quería fue el nuevo magistrado Facundo Maggio. En un esperado diálogo con la prensa, (fue luego de su juramento como juez penal N 2) respondió reiterativamente “Yo tengo que trabajar como cualquier juez”. En una de las seis veces que repitió la misma frase aclaró …“con toda independencia”. Otra perogrullada. Maggio por los avatares de su designación (fue un candidato eterno al que Alperovich le bajó el pulgar, fue defensor de actores directos de la dictadura y es pariente político del ministro fiscal de la provincia) ha creado un personaje del cual el fan número uno es él mismo. Con menos estridencia, Mariela Donaire, Carlos Molina, María del Rosario Arias, Leonardo Toscano y Tomás Alba también prestaron juramento a sus cargos y destacaron la importancia de trabajar en la Justicia dándole la cara al pueblo y tratando de que la política no manipule a la Justicia. Con simpleza, cada uno de ellos gritó su libertad para cumplir su tarea y no se enredaron en ambages.
El acto de asunción de jueces tuvo las llamativas ausencias del mismísimo presidente de la Corte, Daniel Posse, y de su antecesor, Antonio Gandur. Ambos vocales argumentaron razones de salud para no estar en el trascendental acto en el que los abogados se convierten en administradores de justicia. Sus silencios se prestaron a todo tipo de suspicacias. Hasta sus vocales colegas dejaron entrever sus incomodidades por quedarse sin ellos en la ceremonia. Una vez más fueron los gestos los que les ganaron a las palabras, en una sociedad y en poderes donde la forma de comunicarse es precisamente con las palabras, no con silencios ni con interpretaciones de esos gestos.
Convidado de piedra
Sin decir una sola palabra, Alperovich altera los nervios del gobernador y del vice. Por lo bajo, el senador le aconseja a Manzur llevarse bien con la Nación; sin embargo le hace abrir las puertas del PJ a Anibal Fernández. Antes se reúne con Manzur en su casa y lo fotografía para comprometerlo. En las redes sociales difunde la foto afirmando que hablaron cosas importantes para las instituciones de la provincia, pero nunca se sabe cuáles son y qué beneficios traerán a los tucumanos. Da la sensación de que en Tucumán los poderosos no saben bien qué hacer con el poder que tienen.
El cumpleaños de Alperovich se festejó ayer. Pero no fue una celebración particular sino una exhibición de fuerzas en la que los “síjosesistas” hicieron especiales esfuerzos en mostrar que su líder cuenta con huestes suficientes frente a la gran batalla para definir quién se será candidato en 2019 del peronismo tucumano. Uno de los convidados de piedra de la fiesta fue Osvaldo Jaldo. Pero este no se amedrentó: muy escuetamente confirmó que no había sido invitado y aclaró que no iría a un lugar adonde no está cómodo. Más perogrulladas. Sin embargo es la confirmación que los políticos tucumanos no tienen paciencia. No van a esperar hasta marzo del año que viene para pelearse porque la batalla ya ha comenzado.